Cuando conocí a Elsa Angulo, una luz le brillaba en los ojos, entonces supe que tenía un compromiso más allá de sus ganas de enseñar, de rebelarse contra la injusticia, contra el orden establecido y asumir otro tipo de responsabilidades. Un día me invitó a un taller de literatura que había organizado con sus alumnos del colegio Serafín Filomeno (Moyobamba), que soñaban como ella en la magia de la palabra, que las había cautivado para que escriban sus primeros poemas y sus primeros cuentos, que les enseñaba de una manera distinta. Y hasta que por fin me confesó que escribía historias de la selva, de la montaña donde vivía, que estaba contagiada de la magia y la ternura de los bosques, que tenía un compromiso con la palabra y que estaba dispuesta a defenderla con el latido de su corazón y su alma entera. Entonces no me había equivocado: en esa luz de sus ojos, estaba escondida una escritora que nos envuelve hoy con su mirada. Luis Alberto Vásquez Vásquez
Contenido (Libro físico/ Título – Pág): Palabras previas – 09, Soberbia – 15, Recuerdos – 21, Lamento de la selva – 27, Elisho y el duende – 35, El tunchi – 47, Secreto – 53, Los guardianes del bosque – 61, Lindaura y la sirena – 69.
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