Este libro tiene dos partes:
Vidas mágicas de tunchis y hechiceros
En esta sección encontramos «El viborero», un genuino domador de serpientes. «Shesha», un hombre que persigue a un águila que en realidad es la mujer que ama, hija de un brujo que la dejó en ese estado. «El señor de Llullapichis» emerge como el amo de cuarenta peones en busca del oro de las fauces de un río. «Santarrosinos» cuenta la odisea de una comunidad doblegada por la opresión y ambición de una familia venida de Europa. «Ocho arrobas» es la historia de un corpulento hombre que durante catorce días cargó un santo de ocho arrobas (90 kilos) por la selva más inhóspita y peligrosa. «Mantungo», extraño personaje con una historia que contar, una noche cualquiera va al río Huallaga y los bufeos, cientos de ellos, lo arrancan de la tierra. En «Golondrinas», lo más extraño no es la llegada de millones de ellas a una pequeña ciudad tropical; lo extraño es lo que ocurre después, hasta el punto de que las respuestas se agotan: nadie puede entender por qué justo el día en que las aves no regresan, una mujer ha parido, no un bebé humano sino una golondrina. «La huambisa» es la trágica historia de una mujer huambisa raptada por tres soldados, quienes la mantienen cautiva durante varios meses; su instinto salvaje y el buen trato de uno de ellos le permite sobrevivir, pero su vida queda a la deriva el día que el regimiento desaparece.
Testimonios de tunchis y hechiceros
En esta segunda parte, «Los secretos del balsero Arimuya», guarda testimonios de plantas que curan, brebajes que reviven y otros secretos de la Amazonía. Arimuya, el balsero, un hombre lisiado de cuarenta años que asegura haber estado postrado, también le cuenta a su eventual pasajero, cómo hacían los hombres en el pasado para contar con una familia. «Fantasmagorías» nos lleva por los caminos sinuosos del misterio, donde la lamparilla, el chullachaqui y el yacuruna son los personajes principales que acompañan a un brujo que se convierte en pájaro. «Bajando por el río» nos narra la historia de un moribundo que pasa sus últimos días en una canoa. En «Los pejes también lloran, señor», un pescador curado con ajosacha revela los secretos de los peces, y de cómo estos también tienen miedo de la muerte. En «Yacurunas», esos seres que habitan las profundidades de los ríos de la Amazonía, nos voltean la cabeza hacia atrás; en el fondo de las aguas, también tienen sus pueblos. Y en «Domingo de Cochiquinas», un brujo amazónico conoce el interior del alma y el cuerpo de las personas porque toma camarantí, una variedad superior de ayahuasca. Él lo sabe todo.
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